Hola Amiguitos,
Hoy tengo que hablaros de dos acontecimientos tan diferentes como absurdos los dos. Dos acontecimientos que han cambiado la historia de España, para bien y para mal.
Supongo que por el título del post habréis adivinado los dos acontecimientos… Pues sí hoy os quiero hablar del 11-M, como no podía ser de otra manera y también os quiero hablar de cuando España ganó el mundial de futbol de Sudáfrica. Después entenderéis la relación entre ambos.
Aquel 11 de marzo estábamos en casa, preparándonos para salir a trabajar. Vivimos relativamente cerca de la estación de tren de Santa Eugenia y aquella mañana no escuchamos nada. No oímos explosión, ni estruendo, ni eco, ni vibración ni nada, pero, aún no sé cómo, supimos que algo pasaba. Comenzamos a escuchar sirenas y salimos al rellano de la escalera, allí encontramos a un par de vecinas que estaban tan extrañadas como nosotros. Supimos que algo iba mal, lo que pasa es que aún no sabíamos hasta qué punto la cosa iba mal.
Nos fuimos a trabajar y como no teníamos que pasar por la estación no vimos nada. En el coche, con la radio puesta, empezamos a enterarnos de lo que pasaba. Al principio todo era confuso, había poca información y todos, no solo Acebes, pensamos que era cosa de ETA, lo que pasa es que a medida que iban llegando informaciones supimos que aquello no podía ser cosa suya, había algo más detrás.
Bueno, no os quiero hablar de lo que ocurrió porque todo el mundo a estas alturas lo sabe. Lo que quiero contaros es a nivel sentimental, cómo se vivió, el terror en estado puro, el miedo a salir a la calle, a coger el transporte público y no solo el día de los atentados, sino los siguientes días.
Las calles de mi barrio estaban inundadas de ventanas con lazos negros, de cientos de velas en la estación, de cámaras de televisión, curiosos. Se oían historias, en el cole de mis hijos hubo dos niños a los que nadie los fue a buscar a la salida. Los padres habían cogido el tren esa mañana porque tenían el coche en el taller….
La primavera estaba cerca pero aún era invierno, anochecía pronto y hacía frío en la calle. La gente se quedaba en casa y no había movimiento de personas, en cambio las ventanas de todas las casas estaban iluminadas.
Unos días después había elecciones generales en España y todo eran especulaciones, todo eran cuchicheos, todo el mundo hablaba, opinaba, corrían los rumores, amenazas inventadas que corrían como la pólvora… se oían comentarios sobre la línea 10 de metro, hasta se comentaba que iban a envenenar el agua de los pantanos.
Durante unas semanas en mi barrio, en Madrid, se vivió el miedo.
Creo que nunca podré olvidar aquello. Esa sensación de miedo, de terror a hacer cualquier cosa, a sospechar de cualquiera que llevara un bulto, una mochila. Mirabas receloso a cualquiera y nadie levantaba la vista del suelo al caminar. En las calles había silencio.
Años más tarde, ocurrió algo sorprendente, algo inusual: España ganó el mundial de fútbol de Sudáfrica gracias al más que famoso gol de Iniesta. Igual que antes no os voy a contar nada que no sepáis ya, el gol de Torres en la Eurocopa, el gol de Puyol en las semis y el minuto 116 de la final.
Os hablo de cuando España ganó el mundial pero yo creo que todo comenzó unos días antes, cuando superamos las semifinales.
Si antes os he hablado del MIEDO ahora os voy a hablar de todo lo contrario. Lo que ocurrió después de ganar las semifinales hasta bastantes días después fue la antítesis de lo que ocurrió el 11 de marzo.
Todo el mundo y cuando digo todo el mundo, me refiero a todo el mundo, estaba contento, era increíble, había gritos, cánticos, vítores, la gente sacaba la bandera de España (increíble, no?) a la calle, los niños llevaban los colores pintados en la cara.
Hubo unos días en los que nadie se enfadaba, nadie reprochaba nada a los demás. Si alguien cometía un error o molestaba a otro, ¡no pasaba nada! Se pedían disculpas y listo, ¿para qué nos vamos a estresar? ¡Que somos campeones del mundo!
No sé si me entendéis…. Salimos a las 12 de la noche a la fuente del barrio donde se concentraban bastantes personas, cantando, bailando,…. La gente se ponía en medio de la calle y paraban a los coches y a los autobuses ¡si no pita no pasa! Y claro, todo el mundo pitaba.
Mi barrio, que unos años antes estaba sumido en la tristeza, la soledad, el silencio, se llenó de color, de júbilo, de alegría, de unidad.
Me parece un poco trivial el hecho de que un equipo de futbol gane un mundial, quiero decir, yo no he ganado nada, no me afecta. Pero creo que aquel día ganamos todos realmente. Fue como un desquite, quitarnos un peso de encima. Estábamos celebrando todos juntos.