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Madrid, Madrid, Spain

lunes, 20 de julio de 2009

III



Me guió por una serie de callejuelas estrechas con casas bastante ruinosas a los lados. Los edificios no eran muy altos 2 o 3 alturas como mucho. Estaba empezando a oscurecer y la gente salía a las calles a pasar el rato con los vecinos. Encontramos un hueco y aparcamos el coche.
- No es obligatorio pero si quieres puedes contarme lo que ha pasado con Aghata – dijo Ahinara nada más llegar a su casa.
- Bueno, yo, la verdad es que no se por donde empezar – De repente me pregunté cómo había llegado allí y qué demonios estaba haciendo.
Me acordé de Aghata y pensé que quizá aún no fuera tarde para arreglarlo todo.
- Yo, sinceramente, creo que no la quiero. Llevamos 9 años juntos y creo que acabo de comprender por qué no éramos como las otras parejas, por qué no hemos conseguido llegar a ser felices nunca. Simplemente, no la amo. Nunca la he amado, sólo nos llevamos bien. Quizá hubieramos podido ser buenos amigos, pero solo eso.
Creo que no eran necesarias más explicaciones , al menos Ahinara no las pidió. En cambio, abrió una puerta que daba a un pequeño pero acogedor patio andaluz lleno de geranios colgados de las paredes y se sentó en una butaca. Parecía meditar mis palabras, como si lo que le dije fuera importante para ella, como si tuviera que solucionarme el problema.
- ¿Y qué piensas hacer ahora? – dijo por fin.
- Pues no lo se - respondí sinceramente – la verdad es que esto no estaba planeado. Esta mañana hemos tenido una buena pelea y yo he cogido el coche y he acabado aquí. He hecho más de 600 kilómetros sin darme cuenta.
Me detuve un momento para pensar en mi situación. Me senté a su lado y hundí la cabeza entre mis manos.
- ¿Qué voy a hacer? - dije comenzando a desesperarme - Ni si quiera tengo vacaciones ahora. Mañána tengo que ir a trabajar, debería volver a casa. Supongo que puedo volver a casa de mis padres. O a la de algún amigo, voy a llamar a Fran...
- ¿No puedes llamar y decir que estás enfermo? – Preguntó Ahinara – Al menos ganarías uno o dos días, no necesitas conducir sin descansar.
- Creo que tienes razón - Mentir para faltar al trabajo no me parecía tan mala idea despues del día que llevaba – Necesito descansar, ¿te importa que me de una ducha y luego duerma?
- Claro, ven conmigo.
Ahinara me enseñó dónde estaba el baño y el lugar donde podría dormir. me pregunté si aquella chica actuaría igual con todos los desconocidos que se cruzaran en su camino.
Increiblemente me dormí en el mismo instante en que cerré los ojos. No supe cuánto había dormido hasta que abrí de nuevo los ojos y ví que eran las 11.30. 12 horas de sueño reparador no esatban mal.
Parecía que me había levantado de buen humor y eso me ayudaría a ver las cosas desde una perspectiva positiva.
Me levanté y ví una nota en la que Ahinara me decía que había tenido que ir al trabajo pero que volvería a la hora de comer. Tenía una copia de la llave por si quería salir y un papel con la dirección por si me perdía. Me pareció increiblemente confiada. Yo podría ser cualquier persona. Podría desbalijarle tranquilamente. Sin embargo, yo no era esa clase de personas. Era, por lo menos, agradecido. Así que cogí las llaves con la intención de comprar un regalo para Ahinara y dejarle una nota de agracecimiento. Cuando ella volviera de trabajar ya no tendría que preocuparse más por mí.
Salí y comencé a caminar calle arriba. No sabía muy bien dónde ir y tampoco sabía qué comprarle exactamente. Paseando por las calles me topé con el mercado de abastos y estuve paseando entre los puestos. Me resultó fascinante ver el colorido y la variedad de alguel mercado. Aunque, por supuesto, la mayor parte la conformaban puestos de pesca. Ví una floristeria y me acordé del patio de Ahinara, quizá alguna planta le vendría bien. Una bonita buganvilla o una olorosa dama de noche sería perfecto. Me gustó bastante la idea así que pasé al interior de la tienda.
No sabía por cual de las dos decidirme y como no eran macetas excesivamente grandes, compré las dos. Salía de la tienda casi sin ver pues las dos macetas me tapaban parcialmente la visión cuando choqué con alguien.
Nos disculpamos a la vez y en seguida nos reconocimos por la voz.
- ¡Anda! Vaya plantas más bonitas – dijo Ahinara.
- ¿Te gustan? – Dije feliz por su reacción – Son para ti, para que las pongas en tu patio.
-¿Para mi patio? – Preguntó Ahinara extrañada.
- Sí, claro, ¿Para quién sino? Es sólo una muestra de agradecimiento...
- Bueno, supongo que al dueño de la casa le gustarán - Dijo Ahinara con despreocupación.
- ¿Cómo que al dueño de la casa? ¿A caso no es tuya? ¿Y quién de es? ¿Dónde vives tú? - Me preocupé rápidamente, había sido un estúpido. ¿Cómo me había ido con aquella chica sin conocerla?
- No te preocupes, es de mi hermano, no se enfadará - Contestó Ahinara, pero sonaba más a excusa barata para que me calmara que cualquier otra cosa....
Recordé mi plan inicial de salir a la calle para comprar un regalo para Ahinara y después continuar mi camino allá donde me llevara, que sería de vuelta a casa. Aún no sabía si volvería a la casa de Aghata o no, pero el caso es que debía volver a Madrid. Ni si quiera había llamado a mi jefe para avisarle que no iba a ir a trabajar.
- Escuchame, Ahinara, te agradezco enormemente que me dejaras dormir ayer en tu casa, pero ahora debo volver a la mía, estas macetas sólo eran un regalo de agradecimiento por tu ayuda y de despedida. Ahora debo continuar con mi camino.

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