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viernes, 8 de agosto de 2008

LA ONDA CHAMPIÑON

La Onda Champiñón empieza a las 9:00 de la mañana y acaba a las 12:00 de la noche. La Onda Champiñón es la radio más oída de todo el país. Canciones, concursos, risas, …Todo cabe, todo está. Un hombre tiene un perro que toca el piano, otro un loro que silba el Himno de la Alegría. Después, una canción de verano suena en invierno y en verano una de otro año. A las 18:00 se emite el programa “Desayuno” y a las 22:00 “El Menú del Día”. No hay orden, no hay concierto. ¡Qué más da! Si no fuese así no tendría nada de especial y nadie querría oírla. Todos escuchan La Onda Champiñón porque no necesita radio, ni pilas, no pesa ni se ve. Todo es posible en La Onda Champiñón porque está en tu imaginación.

LA NIÑA DE LOS OJOS AZULES

- Tengo hambre.

El soldado miraba atento a la niña de ojos azules mientras comía un trozo de pan. Partió un pedazo y se lo tiró. La niña había perdido los reflejos por la desnutrición. El trozo de pan le dio en la cara y cayó en la arena. Lentamente, la niña se agachó y recogió el pan. El soldado miraba atento como devoraba el sucio trozo de pan. Cuando la pequeña niña acabó su gran manjar miró suplicante al soldado y dijo:

- No quiero volver a pasar hambre.

El soldado había acabado ya su trozo de pan pero quería ayudar a la niña. Miró un momento la puesta de Sol en el horizonte y volvió a mirar a la niña pero esta vez, a través de la mira de su fusil.

La niña de ojos azules no volvió a pasar hambre.

Soñar – Doce


Jimena se despertó agitada. El corazón le bombeaba como nunca y parecía que iba a escapársele del pecho. Se paso la mano por la cara para apartarse el pelo y se dio cuenta de que estaba empapada en sudor. Había vuelto a tener ese sueño. Había vuelto a soñar con él. Sus manos, sus caricias, sus besos. Siempre el mismo sueño que se repetía una y otra vez.

Se levantó despacio pues todavía se encontraba algo nerviosa. Hacía calor en la habitación y decidió conectar el aire acondicionado. Fue a la cocina y bebió un trago de agua fría que la hizo sentir un escalofrío. ¿Por qué seguía soñando esas cosas? Se convenció de que definitivamente al día siguiente buscaría a alguien que analizase los sueños, algún psicólogo o algo similar que le explicara porque seguía teniendo esos sueños tan reales. Podía sentir su pelo, sus manos, cada parte del cuerpo de Jaime, su nuevo vecino.

Él llevaba poco viviendo en el bloque. Apenas se conocían pero el cartero estaba echando sus cartas en el buzón de Jimena y ella se las devolvía amablemente. Solo sabía de él su nombre ya que venía escrito en el sobre. Pero tenia una mirada profunda que lo hacía muy atractivo.

Volvió a su habitación pero antes pasó por la de los niños. Los gemelos dormían plácidamente y su hija pequeña continuaba abrazada a su osito tal como la dejaron al acortarse.

Se metió en su cama con cuidado de no despertar a Mario. Jimena cerró los ojos para volver a dormir y sin querer recreó una escena del sueño que acababa de despertarla. Volvió a abrir los ojos y supo por qué tenía esos sueños y lo que la querían indicar. No necesitaba seguir soñando. No necesitaba más sueños. Tenía todo lo que quería. Solo tenía que tomarlo y disfrutar.

Despacio se acercó a él. Adaptó su cuerpo al suyo y suavemente fue acariciando su cintura. Mario se revolvió un poco y ella rió. Comenzó a besarle el lóbulo de la oreja y definitivamente Mario despertó. La miró a los ojos extrañado por la hora y por las intenciones de su mujer, pero rápidamente comprendió y los dos se abrazaron sintiéndose el uno al otro. Hicieron el amor como nunca antes lo habían hecho. Con una pasión que nunca antes había aparecido, oculta por la rutina. Jadearon tan alto que por un momento pensaron que habían despertado a los niños pero continuaron porque ya no podían parar.

Cayeron exhaustos en la cama y sin moverse se quedaron dormidos abrazados el uno al otro.

Cuando sonó el despertador, Jimena sintió un enorme cansancio. Tenía mucho sueño y quería seguir durmiendo pero había que ir a trabajar y los niños ya estaban empezando a desperezarse. La vida en su casa comenzaba con el nuevo día.

Se sentó en el borde de la cama e intentó recordar. Una sonrisa se dibujó en su cara cuando se dio cuenta que después de despertarse a media noche no había vuelto a soñar más. ¿Habría sido aquel su último sueño?

jueves, 7 de agosto de 2008

Soñar – Once

- No se como decirte esto, Jimena – Comenzó Nacho bastante intranquilo – Siempre pensé que lo mejor era no decirte nada, siempre pensé que lo mejor era dejarlo pasar, dejarlo correr, que algún día yo – Nacho levantó la mirada y fijó su vista en los ojos de Jimena – dejaría de quererte.

Jimena se quedó muda, no esperaba una confesión tan directa, nunca pensó que Nacho pudiera sentir algo por ella.

- Sé que es una tontería decírtelo ahora pero después de lo de ayer, yo pensé que tú querrías algo conmigo pero cuando me llamaste Mario supe que no tenía nada que hacer...

- ¿Qué te llamé qué? – preguntó sorprendida Jimena.

- Bueno, quizá tu no te acuerdes, habías bebido y… – Nacho dudó si continuar hablando – Vaya, todo esto ha sido una tontería nunca debí haber venido – Dijo levantándose de la silla.

- No, Nacho, espera – Jimena también se levantó y se situó delante de él.

No sabía como reaccionar. Lo cierto era que el regreso de Mario parecía que iba a poner un poco de cordura en su vida, pero estaba totalmente confundida y ahora que Nacho había tomado la iniciativa de hablar, quería llegar hasta el final.

- Nacho, yo – Jimena no sabía como empezar – Yo quería pedirte disculpas. El otro día no me porte bien...

- Tú no tienes nada por lo que disculparte, Jimena. Soy yo quien no debería haber dicho nada. Tú quieres a Mario, es tu novio. Él ha vuelto por ti, porque quiere estar contigo...

- Bueno, él ha vuelto por problemas con su empresa…

- Por lo que sea – Cortó Nacho – Él está aquí. Y yo no soy nada para ti. – Respiró tranquilo un momento antes de continuar – ¿Sabes? Yo siempre te he amado, pero estabas saliendo con Mario y no quería interponerme entre vosotros, además, siempre pensé que no sentías nada por mí. Pero ayer, ayer fue algo maravilloso. Pasamos un rato magnifico los dos, nos reíamos y estábamos disfrutando el uno del otro. Pensé que quizá tuviera una oportunidad, pensé que quizá podría funcionar. Pero cuando íbamos en el ascensor me di cuenta de que tú habías bebido demasiado y que aunque quisieras no podría forzarte, pero la forma en que me abrazabas ¿Sabes cuantas veces he soñado que me abrazabas así?

Jimena tenía que contenerse para que no se le saltaran las lágrimas ¿Era cierto lo que Nacho le estaba contando? ¿Realmente él la quería? ¿Sentía lo mismo que ella?

- Sabía que aquella noche no ocurriría nada entre nosotros. He deseado tanto ese momento que no podía permitirme que fuera en una situación como aquella. Pero tú seguías abrazándome y yo no podía resistirme a dormir a tu lado. Simplemente dormir abrazados. Sólo eso.

Nacho estaba realmente emocionado. Jimena no podía creer que fuera cierto y estuvo a punto de correr a sus brazos como tantas otras veces había deseado. Pero en ese momento Nacho continuó hablando.

- Pero en ese momento tú susurraste algo a mi oído que me hizo comprender la realidad. Tú, tú no podrías amarme jamás, nunca podremos estar juntos….

- ¿Qué, Nacho? ¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión? – Jimena casi suplicaba que Nacho continuase hablando, que siguiese hablando de sus sentimientos y que al fin se liberaran los dos de sus pesadas cargas y que abrieran sus corazones el uno al otro - ¿Qué fue lo que te dije?

- Sólo me dijiste: “Te quiero, Mario”.

Soñar – Diez

El avión aterrizó sin problemas. Y lentamente bajaron del aparato. Como llevaban poco equipaje no fue necesario facturar nada, por lo que pronto estuvieron sentados en un taxi y sin que Nacho ni Jimena pudieran opinar, Silvia dio las indicaciones al taxista para dirigiste a la oficina.

A su llegada todo eran caras largas, todo el mundo sabía de su fracaso y eso dolía bastante al grupo, sobretodo al equipo de Nacho pues eran ellos los realmente damnificados. Sin embargo en las miradas de la gente había algo más. Jimena notó que la gente la miraba a ella especialmente y podía distinguir un cierto nerviosismo o una cierta espectación. Le resultó extraño que la gente se fijara en ella pero no le dio más importancia hasta que abrió la puerta de su despacho y encontró un enorme centro de rosas color champan sobre su mesa.

Al verlo Jimena se quedó paralizada, no se atrevía a moverse. Sabía lo que esas rosas significaban pero no quería equivocarse y que todo fuera una ilusión. Sabía perfectamente que sólo él conocía cual era su color de rosas favorito.

Lentamente dio un paso para acercarse a la mesa, para buscar la nota y sintio como toda la gente detrás de ella se asomaba a la puerta de su despacho para ver su reacción. Y al aproximarse, le vió. Sentado en su silla, detrás de aquel enorme centro de rosas ahí estaba él, con su sonrisa, con su mirada, como siempre. Y como siempre se abrazaron y se besaron, como si nunca hubiera pasado el tiempo entre ellos, como si nunca hubieran estado separados. Y Jimena supo que ya no estarían separados por más tiempo. Que ya suficiente habían aguantado los dos y que ya era hora de emprender su camino juntos.

No supieron cuánto tiempo permanecieron abrazados, sintiéndose el uno al otro, cuando Nacho irrumpió en el despacho de Jimena. Al parecer era el único de la oficina que no se había enterado que Mario, el novio de Jimena, había vuelto de Brasil para establecerse de nuevo en España junto a ella. La cara de Nacho mostró sorpresa y a la vez un poco de tristeza, se quedó quieto al verlos abrazados y aparentemente felices, balbuceó unas palabras de disculpa y se giró para salir del despacho pero tropezó con Silvia, que al igual que Nacho tampoco sabía nada del regreso de Mario. Ella sí supo reaccionar y le preguntó por su regreso y si sería definitiva. Mario le contestó amablemente pero en seguida Silvia retomó los problemas laborales.

Mario al darse cuenta de que estorbaba salió del despacho. Antes de que se fuera Silvia propuso que podrían comer todos juntos y quedaron en la cafetería habitual a la hora de comer. Jimena le miró irse mientras Nacho observaba a Jimena. La mirada de ella tenía una mezcla de satisfaccion, esperanza e incertidumbre. Jimena siguio a Mario con la mirada mientras se marchaba hasta que se cruzó con los ojos de Nacho, tenía la mirada más triste que había tenido nunca. Jimena agachó la cabeza y desvió la mirada para volver a centrarse en la conversación con Silvia. Pronto volvió a estar concentrada pensando sólo en el trabajo.

La hora de la comida llegó casi sin que se dieran cuenta. Nacho, Silvia y Jimena se dirigieron al restaurante donde esperaba Mario para comer, la verdad es que ella hubiera preferido comer sola con él y que le contara como había vuelto tan inesperadamente y sobretodo quería saber quien era la mujer que contestó su telefono, pero con todos sus compañeros delante era imposible llegar a tener una conversación medianamente íntima, asi que optó por mantener una conversación trivial para hablar más en serio a la salida del trabajo.

Afortunadamente para ella la curiosidad de Silvia le sirvió para enterarse de ciertas cosas. Mario contó como últimamente no andaban bien las cosas en Brasil. Querían trasladarlo a Venezuela pero allí las cosas con el Gobierno andaban peor por lo que se opuso. Lo que le llevó a un conflicto interno que precipitó su dimisión y su regreso prácticamente inminente.

- Por eso – Dijo Mario mirando a Jimena - no he podido avisarte con más tiempo. Todo ha ocurrido realmente deprisa y casi no he tenido tiempo para pensarlo dos veces. Cuando he querido darme cuenta, me he visto fuera de mi apartamento, el cual pagaba mi empresa, y he tenido que dormir un par de noches en un hotel que no tenía ni línea teléfonica. Hasta que conseguí un vuelo de regreso a España. Han sido tres días realmente agotadores - Dijo tomando el último bocado de su comida y echando un vistazo a sus sorprendidos oyentes.

- Nunca pensé que fuera tan complicado conseguir un billete para “el próximo vuelo a España” – Dijo sonriendo con sorna e imitando a los actores de las películas – Realmente me daba igual a qué lugar de España volar, simplemente quería llegar aquí cuanto antes.

El resto de la comida pasó entre bromas y más anécdotas por parte de Mario, que tenía cara de estar realmente feliz al estar de nuevo al lado de Jimena. Sin embargo, la otra cara de la moneda era Nacho. Habló muy poco durante la comida y Jimena lo notó. Su voz sonaba apagada y el entusiasmo que mostraba otros días se había esfumado. Jimena se sintió culpable por haber intentado tener algo con él en Bilbao y pensaba que podría haberle confundido. Sintió deseos de hablar con él, de explicarle, de disculparse, pero sintió que nada de lo que hiciera tendría sentido ahora que Mario estaba de nuevo allí.

Cuando volvieron de nuevo a la oficina y Jimena se encontró sola en su despacho se sintió en paz por primera vez en el día. Allí estaba ella sola sin miradas sobre ella, sin tener que indagar qué estaría pensando el otro, sin sentirse culpable por su actitud.

Un golpe en la puerta la devolvió al mundo real. Nacho asomó su cabeza y muy serio pidió permiso para entrar. Unos instantes después se sentaba en una butaca y comenzaba a retorcerse los dedos con nerviosismo.

Soñar – Nueve

Jimena tomó el zumo de naranja y bebió un buen trago. Sentía la mirada de Nacho y no sabía qué decir ni qué hacer. No sabía hasta dónde habría llegado la noche anterior. Siguió desayunando sin mucho apetito mientras notaba la mirada de él sobre ella. Cuando acabó miró a Nacho y él tranquilamente dijo:

- ¿Vamos a recoger nuestras habitaciones?

- Sí – Contestó Jimena – Aunque realmente no hay mucho que recoger.

Subieron en el ascensor en silencio. Jimena pensó que lo mejor sería no volver a mencionar la noche anterior. Pero se sentía tan frustrada, primero por no haber conseguido su objetivo y después por no saber exáctamente qué había ocurrido y en qué había fallado.

Se acomodaron en sus asientos en la cabina del avión. Como habían cogido los billetes a última hora no tenían los tres asientos juntos. La casualidad quiso que los sitios de Jimena y Nacho fueran los únicos que estaban juntos y el de Silvia estaba 4 filas más atrás. El vuelo apenas duraba 50 minutos, pero tendrían tiempo de hablar de varios temas, aunque tal y como se habían comportado durante el desayuno era probable que ninguno de los dos dijera nada.

Cuando despegaron Nacho miró por la ventana. A Jimena le entusiasmaba volar y observar todo lo que pudiera por la ventana pero en esta ocasión no iba ella en ese puesto asi que se aproximó lo que pudo para intentar ver algo pero sin llegar a tocar a Nacho. Él se dio cuenta de la situación lo que propició que rompieran el hielo y empezaran a hablar pues él le ofreció un cambio de asiento y a apartir de ahí comenzaron a hablar de temas triviales hasta que en un momento ella se llevó la mano a la cabeza porque seguía doliendole y el le preguntó que tal lo llevaba.

- Debí beber bastante anoche – Dijo sin darse cuenta de que estaba sacando el tema del que no queria hablar.

- Estabas muy divertida – Contestó Nacho de forma informal, para quitarle hierro al asunto.

- No recuerdo nada ayer desde que Silvia se fue a dormir – Mintió pues recordaba alguna cosa más pero prefirió ser prudente para que Nacho no supiera que iba lanzada.

- ¿En serio? ¡Con lo bonito que fue todo y no recuerdas nada? – Preguntó Nacho en tono extrañado.

- ¿Qué dices? ¿Qué ocurrió? – Preguntó sobresaltada Jimena, ¿Habria ocurrido algo de verdad y ella no se acordaba de nada?

- Jajaja – Rió Nacho, evidentemente le había tomado el pelo – Es broma, Jimena, no ocurrió nada, simplemente te llevé a tu habitación y te dejé en la cama. Habías bebido bastante y te dormiste casi al instante.

Jimena se quedó pensativa, tranquila al saber que nada había ocurrido entre ambos.

- ¿Quieres mucho a Mario, verdad? – Preguntó Nacho de repente, como si fuese una pregunta que quiesiera haber formulado antes.

- ¿Cómo? - La pregunta la sorprendió.

- Nada, no me hagas caso – Nacho agachó la cabeza y después la volvió hacía la ventanilla - ¿Cómo no le vas a querer? Es tu novio ... – Dijo casi en un susurro en un tono de voz que sonó melancólico.

Jimena lo observó pero no dijo nada. Se quedó pensando la pregunta de Nacho ¿Quería a Mario? Le extrañó que él le hiciera ese tipo de pregunta, pero meditó sobre su respuesta. Se alegró de que la conversación hubiera acabado pues no sabía que contestar. Si al menos Mario estuviera en España sabría cómo reaccionaría al verle, qué sentiría. Todo sería mucho más fácil si él estuviera con ella, si nunca se hubiera ido.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Soñar – Ocho

El sonido del teléfono la despertó. No sabía si seguía dormida o estaba sonando de verdad, le costó un tiempo situarse hasta que se dio cuenta de que el sonido era real. Contestó con voz ronca. Al otro lado del telefóno Nacho le recordaba la reunión de primera hora y que la esperaban para desayunar en media hora. Colgaron.

No recordaba que había ocurrido la noche anterior, pero por su dolor de cabeza se hacía una idea. Se dio una ducha que no fue tan rápida como hubiera deseado, pero se encontraba tan cansada que no podía darse más prisa. Estuvo dandole vueltas a la cabeza. Recordaba haber cenado los tres juntos y luego recordó como se había ido Silvia. Recordó de golpe como había intentado seducir a Nacho. Pero ya no era capaz de recordar nada más. Él no se había despertado a su lado por lo que pensó que no había tenido éxito en su intento. Pero la había llamado para despertarla y su voz sonaba fresca ¿habría bebido en exceso y por eso no consiguió lo que se proponía ? ¿Se habría dado cuenta Nacho de lo que ella pretendía? Se tumbó en la cama boca abajo y se arrepentió en ese mismo instante de haber querido si quiera haber tenido algo con él. Seguro que había hecho el ridículo y se había puesto en evidencia. Recapituló deprisa, intentando recordar todo lo que pudiera, queria asegurarse de que su numerito había tenido lugar después de que Silvia se hubiera marchado. Suficiente vergonzoso era ya hacer el ridiculo delante de Nacho como para que también se enterara Silvia.

Se vistió lo más decentemente que pudo y bajó a la cafeteria. Intentó disimular su dolor de cabeza y su cansancio y tantearía a Nacho para ver qué sabía. No quería volver a mencionar la noche anterior pero quería saber que opinaba él de ella.

Cuando llegó a la cafetería su desayuno ya estaba servido. Las caras de ambos estaban muy serias y Jimena no sabía qué ocurría y no se atrevía si quiera a dar los buenos días. Al sentarse descubrió que no era necesario ya que Silvia se adelantó a informarle de la situación:

- Acaba de llamarme el cliente. Hay un cambio de planes, volvemos a Madrid en un vuelo que sale a las 11.00. – La voz de Silvia sonaba terriblemente seria – El cliente está muy enfadado con nuestro trabajo, al parecer no esperaban un rendimiento tan bajo con nuestro último proyecto. Debemos volver a la oficina y comenzar a diseñar un nuevo prototipo inmediatamente.

Se quedaron en silencio unos instantes, Jimena estaba impresionada y no sabía qué contestar. En muy poco espacio de tiempo llevaba varias emociones fuertes.

- Lo peor de todo – continuó Silvia - será contarselo al jefe. Ya pensaremos cómo se lo decimos. Termina de desayunar, yo subiré a mi habitación a recoger mis cosas. Un taxi nos esperara a las 9.30 en la puerta del hotel para llevarnos al aeropuerto.

Silvia parecia bastante enfadada y Jimena no supo qué decir. Se la quedó mirando mientras salía de la cafetería camino de los ascensores para subir a su habitación.

- Puedes desayunar – Dijo Nacho – Algo en el estómago te vendrá bien antes de tomarte esta aspirina.

Levantó la vista y miró directamtente los ojos de Nacho intentando buscar una respuesta. Pero no halló nada. Su mirada era completamente vacía. Pensó que estaría también preocupado por la situación laboral y lo que había ocurrido entre ellos no le importaba para nada. Aunque su detalle de la aspirina le hizo darse cuenta de que la noche anterior había ocurrido algo importante.

martes, 5 de agosto de 2008

Soñar – Siete

Al principio la noche pasó un poco tensa, Silvia y Nacho estaban muy preocupados y sólo Jimena parecía querer cambiar de tema y aliviar un poco los ánimos. Entraron en el primer sitio que vieron para cenar, que resultó ser un lugar ruidoso y lleno de gente que entraba y salía. No pudieron hablar demasiado de trabajo y Jimena tampoco pudo iniciar una buena táctica de acercamiento, al menos para ver cómo reaccionaba Nacho.

Tuvo que esperar al final de la cena y proponer tomar algo tranquilamente en el hotel con la excusa de hablar de la reunión del día siguiente. Ambos aceptaron solo por el hecho de poder hablar de trabajo pues mostraron suficiente cansancio como para ir a la cama directamente.

Las esperanzas de Jimena se iban evaporando cuando después de un par de licores Silvia dijo rotundamente que se iba a dormir. Su marcha fue tan rápida que no les dio tiempo a reaccionar ni a seguirle los pasos, como Nacho hubiera querido hacer, según comentó estaba bastante cansado y estresado pues la actitud de Silvia era muy negativa y tensa y no le dejaba pensar con tranquilidad ni actuar con naturalidad delante del cliente como a él le gustaria.

Ese fue el momento que Jimena utilizó para iniciar su acercamiento. Primero pidió otra ronda más y después se cambió al sitio que antes ocupaba Silvia pues era más próximo a Nacho. Le comentó que ella también se sentía presionada pero que podrían utilizar ese momento en el que estaban solos para descargar tensiones. Le preguntó algo trivial y se rió con la mejor de sus sonrisas para intentar arrastrarle a él también. Luego intentó tener cierto contacto físico de modo que sus manos tuvieran contacto. Lentamente fue recordando los pasos que seguían en sus sueños para tratar de reproducirlos ahora. Si en el sueño funcionaban, ¿por qué no habría de tener suerte en aquel momento también?

Pidieron otra ronda y se sumergieron en una conversación bastante animada y bastante divertida pues ninguno de los dos paraban de reír, se miraban directamente a los ojos y se notaba que algo había entre ellos, algo que podría funcionar. Sólo bebían y reían. En un momento determinado Nacho pidio la cuenta y dijo que ya era hora de que subieran a la habitación. Jimena estaba segura de haber tenido éxito y de que por fin sus sueños se harían realidad. Podría decirle todo lo que sentía por él y podría estar por fin a solas con Nacho.

Subieron abrazados en el ascensor y Nacho se dirigió directamente a la habitación de ella. Metió la mano en el bolso y buscó la llave. Parecía tener bastante prisa pues no dejó en ningún momento que ella le ayudara. Abrió la puerta y pasaron dentro. En ese momento Jimena le abrazó y le besó con una intensidad que no había sentido nunca, le besó tan dulcemente que era imposible que nadie pudiera resistir a aquel beso. Con una voz casi inaudible le susurró al oído: “Te quiero, Mario”.

Él la tumbo en la cama y le quitó los zapatos, después se acercó a ella y le dijo mientras Jimena se dormía: “Por suerte, estás borracha y mañana no te acordarás de nada. Sólo tendrás un horrible dolor de cabeza. Afortunadamente no es demasiado tarde y podrás dormir bastante. No te preocupes, yo te llamaré para que no llegues tarde al desayuno, sino Silvia se enfadaría bastante. Ah, y por mi parte, esta noche no ha pasado nada.” Se agachó despacio, le dio un beso tierno en la frente y se marchó de la habitación cerrando despacio.

lunes, 4 de agosto de 2008

Soñar – Seis

El primer día en Bilbao fue bastante duro. El cliente con el que tenían que tratar estaba muy enfadado con los últimos resultados obtenidos de la compañía de Jimena. Tenían que recuperar la confianza para que siguieran trabajando con ellos y así poder mantener el nivel de facturación. Cuando salieron de las oficinas se dirigieron al hotel y cada uno se fue a su habitación sin decir una palabra. Jimena dudó de que el viaje le ayudara en algo con su táctica de acercamiento a Nacho. Ahora no era el momento adecuado para intentar nada. Seguramente él estaría enfadado pues la reunión giraba en torno a su departamento y no estaba saliendo muy bien parado. Por otro lado la presencia de Silvia dificultaba cualquier maniobra.

Habían quedado en ducharse y en 1h 30m se verian en la cafetería del hotel para buscar un lugar donde cenar y preparar la reunión del día siguiente, que se presentaba más dura aún.

Cuando salió de la ducha le quedaban todavía 45 minutos de relax. Se tumbó en la cama pero inmediatamente se levantó y encendió su portatil. Desde el día anterior no había tenido noticias de Mario y quería saber si habría intentado disculparse o excusarse por que otra mujer hubiera contestado el telefono en lugar de él. Empezó a descargar su correo pero nada, allí sólo había mails de trabajo, algo de spam y poco más. Nada de Mario. Le resultó extraño pues lo normal hubiera sido intentar disculparse y, en cualquier caso, cada día se enviaban varios correos, ¿por qué no le había escrito nada en dos días? Cerró el portatil con soberbia. ¿A qué estaba jugando? ¿Por qué no le escribía? ¿Por qué no tenía noticias de él? Empezo a pensar en los últimos días, es cierto que ultimamente ya no se escribian tan a menudo y que no todos los días se hablaban con la web cam. Ultimamente siempre tenian excusas para no poder estar delante del ordenador a la hora que utilizaban siempre. Y las excusas que solían poner implicaban a más gente como compañeros de trabajo y amigos. Comprendió que los dos estaban retomando sus vidas el uno sin el otro. Mario no era peor que ella. ¿Pero por qué no avisar? ¿Por qué no hablar? ¿Se habia olvidado de ella?

Jimena sintio rabia por saberse traicionada pero también cierto alivio al creer que tenía vía libre para poder estar con quien ella quisiera.

Miró el reloj: faltaban 10 minutos para bajar a cenar. Se vistió con la ropa que había elegido antes, se echó perfume y se maquilló levemente, no quería excederse pero quería parecer atractiva. A la hora en punto llego a la cafetería dispuesta a todo para quitarse de en medio a Silvia y quedarse a solas con Nacho.

viernes, 1 de agosto de 2008

Soñar – Cinco

Jimena se quedó mirando el telefono recien colgado sin saber qué hacer ni cómo reaccionar. ¿Por qué contestó aquella mujer el teléfono? ¿Quién era ella? Miró su reloj por instinto y comprobó que eran las 10:30, con un cálculo rápido supo que en Rio de Janeiro eran las 6:30. Era demasiado pronto para que aquella mujer fuera la señora de la limpieza, o para que fuera una compañera de trabajo con la que Mario hubiera estado trabajando hasta tarde. Se puso nerviosa ya que necesitaba una explicación rápidamente, pero sabía que sólo la obtendría si volvía a llamar a Mario.

Cogió el telefóno de nuevo y marcó el número. Se sorprendió al escuchar al otro lado la voz de Nacho, sin darse cuenta le había llamado a él en lugar de a Mario. Le pidió que se acercara a su despacho porque quería hablar con él.

Cuando llegó le comentó lo que había dicho Silvia y que mañana mismo salían hacia Bilbao. Nacho puso cara de fastidio lo cual sorprendió a Jimena, pues nunca había dudado de que él quisiera hacer ese viaje con ella. Quedaron a una hora en el aeropuerto de Barajas y Nacho se marchó a su sitio para preparar todas las cosas para el viaje del día siguiente.

El resto de la tarde Jimena no paró de darle vueltas a la cabeza, la voz de aquella mujer y el gesto de Nacho bajaron su ánimo. De pronto se descubrió triste porque Nacho no quisiera ir, ¿qué le importaba a ella los sentimientos de Nacho? ¿a caso quería que él deseara ir? ¿Realmente se estaba planteando aquel viaje como una oportunidad para acercarse más a Nacho? ¿En qué lugar quedaba entonces Mario? Un torbellino de ideas pasaban por su mente rápidamente y los celos y la rabia no la dejaban pensar con lucidez. Pero sobretodo la idea de que Nacho pudiera no estar interesado en ella fue lo que más le impulsó a actuar con rapidez, quería saberlo, quería saber si ella sería capaz de hacerle sentir los mismos sentimientos que ella sentía por él. Y sin darse cuenta se reconoció a sí misma que deseaba estar con Nacho, que deseaba hacer realidad sus sueños y que debía conseguirlo sin vacilar. En su mente dejó a un lado a Mario y sólo tenía espacio ya para Nacho.

Y, por un momento pensó, al fin y al cabo, si sale mal con Nacho, Mario no tiene por qué enterarse. Apagó el ordenador con decisión y salió de la oficina. Tenía muchas cosas que hacer aún. Tenía que preparar el equipaje y también sería necesario comprar algo de ropa nueva, pensó con picardía.