Inmediatamente reconoció la letra infantil de su hermano. Fue a su habitación y extrajo una caja del fondo del altillo de su armario. Era bastante vieja y estaba muy estropeada así que tuvo que abrirla con cuidado. Sacó un montón de cartas y papeles atados con un cordel y los extendió sobre la cama. Fue cogiendo una a una las cartas y comparando la letra del mensaje. No cabía duda, aquel mensaje era de su hermano.
Volvió a la cocina y sacó una bebida isotonica, la echó en un vaso con mucho hielo y fue a la terraza con las cartas y el mensaje de la botella.
Había deseado durante tanto tiempo encontrar una señal que la hiciera reaccionar que ya dudaba de que la situación fuera real. Se detuvo a contemplar el horizonte. Las olas que estaban alcanzando ya el punto máximo de la marea, golpeaban con violencia las rocas de la orilla. Y recordó cómo de niña jugaba con su hermano en la playa. A tan solo unos pocos kilometros de donde vivía ahora. Jugaban con la marea, con las olas, con las rocas. Hasta que suceció lo que todo el mundo anunciaba...
El hombre bueno
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“Haber vivido tranquilo sabiendo que no has hecho daño a nadie, que has
tratado con respeto y educación a los demás, cumpliendo tus obligaciones y
sabiendo...
Hace 1 año
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