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lunes, 4 de agosto de 2008

Soñar – Seis

El primer día en Bilbao fue bastante duro. El cliente con el que tenían que tratar estaba muy enfadado con los últimos resultados obtenidos de la compañía de Jimena. Tenían que recuperar la confianza para que siguieran trabajando con ellos y así poder mantener el nivel de facturación. Cuando salieron de las oficinas se dirigieron al hotel y cada uno se fue a su habitación sin decir una palabra. Jimena dudó de que el viaje le ayudara en algo con su táctica de acercamiento a Nacho. Ahora no era el momento adecuado para intentar nada. Seguramente él estaría enfadado pues la reunión giraba en torno a su departamento y no estaba saliendo muy bien parado. Por otro lado la presencia de Silvia dificultaba cualquier maniobra.

Habían quedado en ducharse y en 1h 30m se verian en la cafetería del hotel para buscar un lugar donde cenar y preparar la reunión del día siguiente, que se presentaba más dura aún.

Cuando salió de la ducha le quedaban todavía 45 minutos de relax. Se tumbó en la cama pero inmediatamente se levantó y encendió su portatil. Desde el día anterior no había tenido noticias de Mario y quería saber si habría intentado disculparse o excusarse por que otra mujer hubiera contestado el telefono en lugar de él. Empezó a descargar su correo pero nada, allí sólo había mails de trabajo, algo de spam y poco más. Nada de Mario. Le resultó extraño pues lo normal hubiera sido intentar disculparse y, en cualquier caso, cada día se enviaban varios correos, ¿por qué no le había escrito nada en dos días? Cerró el portatil con soberbia. ¿A qué estaba jugando? ¿Por qué no le escribía? ¿Por qué no tenía noticias de él? Empezo a pensar en los últimos días, es cierto que ultimamente ya no se escribian tan a menudo y que no todos los días se hablaban con la web cam. Ultimamente siempre tenian excusas para no poder estar delante del ordenador a la hora que utilizaban siempre. Y las excusas que solían poner implicaban a más gente como compañeros de trabajo y amigos. Comprendió que los dos estaban retomando sus vidas el uno sin el otro. Mario no era peor que ella. ¿Pero por qué no avisar? ¿Por qué no hablar? ¿Se habia olvidado de ella?

Jimena sintio rabia por saberse traicionada pero también cierto alivio al creer que tenía vía libre para poder estar con quien ella quisiera.

Miró el reloj: faltaban 10 minutos para bajar a cenar. Se vistió con la ropa que había elegido antes, se echó perfume y se maquilló levemente, no quería excederse pero quería parecer atractiva. A la hora en punto llego a la cafetería dispuesta a todo para quitarse de en medio a Silvia y quedarse a solas con Nacho.

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