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viernes, 1 de agosto de 2008

Soñar – Cinco

Jimena se quedó mirando el telefono recien colgado sin saber qué hacer ni cómo reaccionar. ¿Por qué contestó aquella mujer el teléfono? ¿Quién era ella? Miró su reloj por instinto y comprobó que eran las 10:30, con un cálculo rápido supo que en Rio de Janeiro eran las 6:30. Era demasiado pronto para que aquella mujer fuera la señora de la limpieza, o para que fuera una compañera de trabajo con la que Mario hubiera estado trabajando hasta tarde. Se puso nerviosa ya que necesitaba una explicación rápidamente, pero sabía que sólo la obtendría si volvía a llamar a Mario.

Cogió el telefóno de nuevo y marcó el número. Se sorprendió al escuchar al otro lado la voz de Nacho, sin darse cuenta le había llamado a él en lugar de a Mario. Le pidió que se acercara a su despacho porque quería hablar con él.

Cuando llegó le comentó lo que había dicho Silvia y que mañana mismo salían hacia Bilbao. Nacho puso cara de fastidio lo cual sorprendió a Jimena, pues nunca había dudado de que él quisiera hacer ese viaje con ella. Quedaron a una hora en el aeropuerto de Barajas y Nacho se marchó a su sitio para preparar todas las cosas para el viaje del día siguiente.

El resto de la tarde Jimena no paró de darle vueltas a la cabeza, la voz de aquella mujer y el gesto de Nacho bajaron su ánimo. De pronto se descubrió triste porque Nacho no quisiera ir, ¿qué le importaba a ella los sentimientos de Nacho? ¿a caso quería que él deseara ir? ¿Realmente se estaba planteando aquel viaje como una oportunidad para acercarse más a Nacho? ¿En qué lugar quedaba entonces Mario? Un torbellino de ideas pasaban por su mente rápidamente y los celos y la rabia no la dejaban pensar con lucidez. Pero sobretodo la idea de que Nacho pudiera no estar interesado en ella fue lo que más le impulsó a actuar con rapidez, quería saberlo, quería saber si ella sería capaz de hacerle sentir los mismos sentimientos que ella sentía por él. Y sin darse cuenta se reconoció a sí misma que deseaba estar con Nacho, que deseaba hacer realidad sus sueños y que debía conseguirlo sin vacilar. En su mente dejó a un lado a Mario y sólo tenía espacio ya para Nacho.

Y, por un momento pensó, al fin y al cabo, si sale mal con Nacho, Mario no tiene por qué enterarse. Apagó el ordenador con decisión y salió de la oficina. Tenía muchas cosas que hacer aún. Tenía que preparar el equipaje y también sería necesario comprar algo de ropa nueva, pensó con picardía.

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