- Tengo hambre.
El soldado miraba atento a la niña de ojos azules mientras comía un trozo de pan. Partió un pedazo y se lo tiró. La niña había perdido los reflejos por la desnutrición. El trozo de pan le dio en la cara y cayó en la arena. Lentamente, la niña se agachó y recogió el pan. El soldado miraba atento como devoraba el sucio trozo de pan. Cuando la pequeña niña acabó su gran manjar miró suplicante al soldado y dijo:
- No quiero volver a pasar hambre.
El soldado había acabado ya su trozo de pan pero quería ayudar a la niña. Miró un momento la puesta de Sol en el horizonte y volvió a mirar a la niña pero esta vez, a través de la mira de su fusil.
La niña de ojos azules no volvió a pasar hambre.
El hombre bueno
-
“Haber vivido tranquilo sabiendo que no has hecho daño a nadie, que has
tratado con respeto y educación a los demás, cumpliendo tus obligaciones y
sabiendo...
Hace 1 año
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