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Madrid, Madrid, Spain

viernes, 19 de septiembre de 2008

Como nació Sofia.

Bueno, la verdad es que tenía ganas de contaros cómo fue el parto de Sofía y ahora ha llegado el momento.

Más o menos sobre el sexto mes de embarazo me salió una hernia inguinal. La verdad es que me dolía bastante pero lo peor no fue el dolor, lo peor fue el miedo que me metieron en el cuerpo los médicos porque me dijeron que con la hernia era muy probable que tuvieran que hacerme una cesárea por no poder empujar....

La verdad es que yo quería tener un parto vaginal normal, porque lo de la cesárea muy natural no es y aunque sea lo mejor para el bebé y la madre en ese momento sea lo de menos, yo no quería sufrir una cesárea, que al fin y al cabo te tienen que rajar la panza..... Bueno, me dijeron que lo avisara en la maternidad y que los médicos del hospital lo evaluarían, y ahí quedó la cosa.

Durante el embarazo, nosotros como padres primerizos e ilusionados íbamos felices y sonrientes a las clases de preparación al parto y lo pasábamos muy bien contando cuirisidades con otros padres y preguntándonos dudas e intercambiando opiniones. En esas clases, la matrona nos dejó claras dos cosas:

1.- Cómo hacer las respiraciones.

2.- Ir al hospital sólo cuando estés una hora en casa con contracciones cada 5 minutos.

Bueno, pues nada. Acabaron las clases de preparación al parto y nosotros cada noche recordábamos las respiraciones y hacíamos los ejercicios que habíamos aprendido. Hasta que un sábado (29 de julio de 2006), a eso de las 11.00 sentí un dolor en la tripa. Y yo dije, “ein? Que dolor más raro....” pero tal como vino, se fue y yo no le di mas importancia. Un par de horas más tarde reapareció ese dolor que parecía una especie de tirón, pero en lugar de en la pierna, en la barriga y yo dije: “¿No será esto una contracción?” pero el dolor se volvió a pasar.

Ya por la tarde volví a sentir el dolor y ya di por supuesto que, efectivamente, aquello eran contracciones de parto, pero yo las estaba teniendo cada 2-3 horas y hasta tenerlas cada 5 minutos como dijo la matrona faltaba mucho. También nos habían avisado que se podían sentir contracciones varios días antes del nacimiento, así que no nos alarmamos.

Recuerdo que esa noche nos acostamos bastante tarde, sobre la 1.00 porque estuvimos dando los últimos retoques al moisés de nuestra hija y me estuve haciendo las últimas fotos con panza. Y nos fuimos a dormir.

A las 5.15 me desperté sobresaltada. Un fuerte dolor recorría mi abdomen haciendo que me encogiera de dolor. Fueron sólo unos segundos y como tenía sueño volví a dormirme. A los 20 minutos volvió el dolor y esta vez me despertó del todo. Me levanté y fui al baño, a la vuelta no me quería meter en la cama y me senté en el sofá donde me quedé dormida de nuevo. 20 minutos más tarde volví a tener otra contracción y aunque sabía que no era la frecuencia que nos había dicho la matrona yo sabía que algo ocurría y me dí de plazo otra contracción más, si tenía otra más nos íbamos al hospital. A las 6.15 supe que había que dar la voz de alarma y me fui a la cama a buscar a Clemente.

Clemente, para quien no lo sepa, es un dormilón. Se necesita un camión de bomberos con la sirena a todo trapo sonando en su oreja y a lo mejor, con suerte, se despierta, pero aquella noche fue diferente. Me senté en el borde de la cama y únicamente puse mi mano en su hombro. Él se despertó y me dijo: “¿Qué? Nos vamos al hospital?” y yo le dije: “Sí”. Así que nos vestimos un poco (era ya el 30 de julio y con mucha ropa no se acuesta uno en verano), cogimos todas las cosas y al hospital.

Le hice un pequeño resumen de cómo me había despertado y le avisé que había tenido 4 contracciones en 1 hora, o sea 1 cada 20 minutos aproximadamente....

Por el camino las tuve con más intensidad, lo cierto fue que en 15 minutos que tardamos al hospital, creo que llegue a contar 4 o 5 contracciones.....

Bueno, esto tiene pinta de alargarse, pero ¿En qué entrada no me he alargado yo? Así que a escribir.....

Por el camino íbamos cantando “Un barquito de cáscara de nuez” y respirando entre contracción y contracción.... Cuando llegamos a la maternidad de O’Donell, (ya serían las 7.00 de la mañana), Clemente quería dejarme en la puerta de urgencias y él irse a aparcar y yo le dije: “no, ah, no. Nosotros aparcamos en la calle y tú te vienes conmigo a urgencias. Tú a mi no me dejas sola ahora”. Y así fue. “Además”, le dije, “ya verás como me mandan a casa un rato, no ves que aun no tengo contracciones cada 5 minutos durante una hora?” aaaayyyyyyy.....

En fin, bajamos, como pude, la cuesta hasta llegar a las urgencias de maternidad, y cuando llegamos estaba todo desierto y el celador que nos tenía que atender a la entrada estaba esnucao en su silla... Cómo describirlo... estaba espanzurrao en la silla con la boca abierta y la cabeza completamente hacía atrás, si tenia que tener dolor de cuello y todo! Yo creo que también se le caía la babilla por la comisura de los labios....

Golpeamos el cristal, pero el tío seguía roncando, así que Clemente golpeó el cristal más fuerte y el tío se despertó sobresaltado.... Nosotros estábamos nerviosos y yo cada vez tenía más contracciones..... El tío nos pidió la tarjeta sanitaria y nos dijo que esperáramos en la sala de espera.

2 minutos más tarde me llamaron para pasar a la primera consulta. El medico me tomo la tensión y me preguntó por las contracciones que tenía y después me pasó a examinar. En ningún momento dijo nada y yo cada vez estaba más convencida de que me iba a mandar a casa y que habíamos ido demasiado pronto. Cuando me reconoció me dijo que me incorporara y dándome un camisón y una bolsa me dijo:

- Bueno, te cuento lo que vamos a hacer. – Como si aquello fuera lo más normal y ahora nos fuéramos a ir a desayunar – Estás dilatada al máximo. Mete tu ropa en esta bolsa y ponte este camisón porque te vamos a ingresar. Vas directa al paritorio.

A mí me dio un yuyu en ese mismo momento ¿Cómo que dilatada al máximo? ¿Cómo que paritorio? ¿Ya? ¿Pero, y la oxitocina? ¿Y las horas y horas que se pasa la gente en el hospital? ¿Ya? ¿Mi niña ya? ¡Mi marido! ¡Yo quiero que venga mi marido!

Jejeje... me puse el fantástico camisón de la Seguridad Social sacado del Madrid Fashion Week y pasé a otra sala donde me volvieron a tomar la tensión y me pusieron ¡una vía en la mano! Creo que esa ha sido una de las peores experiencias de mi vida......

En fin, después vino otro celador con una silla de ruedas a buscarme para llevarme al paritorio y yo no paraba de repetir ¡Mi marido! ¡Que venga mi marido! El celador me preguntó quien era mientras me llevaba por un pasillo y yo como si no estuviera de parto dije: “Ese! Ese de ahí!” jejejeje, así que le llamó y le dijo: nosotros subimos por este ascensor y ya llegamos, pero tú coge el final del pasillo, giras a la izquierda, subes la escalera, atraviesas el pasillo, vuelves a bajar, coges un ascensor y llegas 10 minutos después que nosotros al mismo sitio....” No sé porque no podía ir en el mismo ascensor que yo pero el caso es que en medio minuto yo ya estaba en el paritorio y el tardo un rato.....

El paritorio es un sitio como de película. Todo era tremendamente blanco y lo que no era blanco era verde. El verde típico del hospital para que la sangre no haga mucho contraste.

Todo estaba lleno de aparatos y cachivaches y encima de la cama-camilla-maquina de tortura había un reloj que hasta yo lo leía sin gafas.

Empezaron a desfilar por allí una tropa de enfermeras, medicas, matronas, ginecólogas y de todo sólo del sexo femenino, que yo no se si es que todos los tíos estaban de resaca, pero me resulto curioso que de un equipo de casi 10 personas todo fueran tías......

El caso es que una enfermera me preguntó muy amablemente: “¿Tenías pensado ponerte epidural?” y yo dije: “Si” y me dijo igual de amablemente: “Pues va a ser que no, porque ya no te da tiempo a que te haga efecto” y yo pensando: “lo mío es ir por la vida sin anestesia”.....

En ese momento tuve una iluminación y dije: “Tengo una hernia inguinal, ¿eso importa?” Y una de las enfermeras dijo: “¿Una hernia?, bah, da igual, eso no influye para nada”. Y yo, “joder, tanta tontería para nada.”

Bueno, me enchufaron mogollón de cables, 2 botellas de suero, me dijeron donde tenía que poner los pies, las manos y demás y me dijo “A la próxima empujas de prueba, aunque todavía esta muy alta”....

Y a la próxima empujé. Y a la otra también porque la médica me dijo que lo estaba haciendo bien. Y así continué un rato. Empujando y descansando, empujando y descansando y en este punto he de decir, que las respiraciones estupendamente en las clases, pero en la realidad, no hay un dios que las haga, es completamente imposible.

Yo empujaba y descansaba. Y entre contracción y contracción desvariaba, jaja, una de las veces dije muy preocupada que no me había peinado hoy. Y otra vez, cuando una enfermera quiso quitarme las gafas le dije: “No, que no veo” Bueno, eso era verdad.

Mientras tanto Clemente, exprimiéndome la mano y dejándomela morada. Contándome a quien había adelantado, jejejeje.... Uno de los cacharros que tenia enganchado era el contador de contracciones, es un apartatito que mide de 1 a un millón el nivel de contracciones que tienes, y él me decía: Has pasado a sete (15) a dani (26) a rossi (46) a lorenzo (48) y así... hasta que llegaba a 120... o por ahí que estaba ya de las motos hasta la coronilla...... y luego para animarme me decía venga que ya estas más cerca del bocata de jamón, y yo me imaginaba cogiendo un jamón entero y arreándole con él. Porque yo aquí volviéndome del revés para empujar y él diciendo tonterías..... así hasta que de pronto me ví dentro de un capitulo de House...... jijiji, ahora me hace gracia pero entonces.... en un momento dado empecé a respirar cada vez más fuerte y más fuerte y alguien dijo “¡Esta hierventilando!” Y yo pensé “¡un miligramo de diacepan! ¡Preparar las palas!” jejejejejeje... la enfermera me dijo “no respires!” Y yo: “jodia, no respires tú” jaja, ahora me parto de risa, pero la verad es que fueron unos momentos muy intensos. Yo, retorcida de dolor en el potro de torturas y una tropa de gente al lado diciéndote lo que tienes o no tienes que hacer.... ¡hazlo tú y a mí dejame en paz!

Pero, parece que entré en razón, y comencé a respirar más tranquila y eso me ayudó bastante a descansar, no mucho que ya viene otra contracción, un empujón más y..... ¡Ya asoma la cabeza! Animo que ya esta ahí..........

Y ¡hop! Nació Sofía. Y Sofía no lloraba y me la pusieron en el pecho y Sofía seguía sin llorar y cuando me la fueron a quitar para vestirla fue cuando lloró así que la dejaron cinco minutos más conmigo y se calmó.........

Bueno, como Sofía ya ha nacido y ya me estoy alargando mucho, dejaré el resto para otro día... que al final los de google me van a llamar la atención por hacer entradas tan largas......

Sofía nació el 30 de julio de 2006 a las 8,05 de la mañana, pesó 2970 GRAMOS y midió 48 centímetros.

Otro día cuento como fue el resto del día y como estaba el jamón del museo del jamón de enfrente de la maternidad......

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el relato, todo muy bien escrito y explicado, hasta que la cagas al final diciendo que "pesó 2980". A mi de más joven, en el "insti" me decían que si en matemáticas o física no ponía las unidades, me suspendían.

2980 ... ¿kilos? ¿miligramos?

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Comentario tonto patrocinado por Charly.

almudena.. dijo...

Ya esta solucionado el error Charly!!

Anónimo dijo...

Pues la verdad es que recordar el parto es emocionante.
Aunque debe ser cierto que hay una hormona en el cerebro que te hace olvidar el dolor y solo recuerdas las cosas bonitas, porque yo me acuerdo del parto y me parece que no fue para tanto jeje.
En mi caso me habían ingresado esa tarde porque tenía la tensión alta y era viernes, así que me iba a pasar el fin de semana a lo tonto en el hospital.
Me cabree tanto que pensé: Ojalá naciera hoy mi niña (me faltaban dos semanas) y yo creo que Alba me escuchó y decidió nacer esa misma tarde.
El parto fue muy rápido y no me pudieron poner ni la epidural. Todo fue muy bien, aunque luego lo pasé un poco mal con los puntos, estuve dos semanas sin poder sentarme!
Aun así lo recuerdo como algo muy bonito.